Con mi vida en punto muerto, tan muerto como ciertas partes de mi interior, me encontraba sin solución.
Una fuga sucedida tras un impulso me llevó a verme en otra ciudad.
Perderme sin rumbo y sin prisas por las calles, con Buena Vista Social Club como banda sonora, era como estar en las nubes.
Quizás Málaga, y todo lo que ha conllevado, era el comienzo de la redención que no buscaba pero sí necesitaba.
De aquí en adelante todo dependerá de mí y aquella suerte que solía tener. Pero al menos, ese punto muerto empieza a cambiar.
Querida Málaga, el cariño que te tengo no te lo puedo negar.
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